La incertidumbre es la única certeza
Conclusiones clave
El cambio de liderazgo en EE. UU. eleva la incertidumbre económica global en 2025. Las propuestas proteccionistas del nuevo gobierno podrían redefinir las relaciones comerciales y alterar las dinámicas económicas en todo el mundo. Dado que las políticas reales y sus repercusiones aún son inciertas, prevemos un amplio abanico de posibles resultados. Estas son nuestras perspectivas económicas a corto plazo:
- La incertidumbre es la única certeza: Los cambios de política propuestos en EE. UU. han ampliado el abanico de posibles escenarios de crecimiento. Tanto los riesgos de inflación en EE. UU. como los riesgos de recesión en muchas otras economías han aumentado. Nuestra expectativa es que la economía estadounidense podrá gestionar el aumento de los aranceles a China y otros socios comerciales. Sin embargo, la adopción de medidas más contundentes para corregir los persistentes desequilibrios comerciales podría perturbar la economía mundial y los mercados financieros. Esperamos que la inflación continúe acercándose a los niveles objetivo en los mercados desarrollados, de forma que los bancos centrales de mercados desarrollados puedan seguir recortando los tipos de interés. Sin embargo, los ajustes de los niveles de precios derivados del aumento de los aranceles podrían retrasar los avances, sobre todo en EE. UU. La mayor incertidumbre sobre las políticas, combinada con la fortaleza general de la economía estadounidense, exige un enfoque más gradual y fundamentado en los datos.
Aunque el rango de posibles resultados se ha ampliado en ambas direcciones –desde subidas más intensas hasta caídas más acusadas–, los activos de riesgo estadounidenses dependen cada vez más de escenarios optimistas. Impulsadas por las expectativas de bajadas de impuestos y menos regulación, las acciones estadounidenses han marcado nuevos máximos, mientras los diferenciales de crédito rozan mínimos históricos. Pese a que esta dinámica podría prolongarse, la historia sugiere que, con las valoraciones en los niveles actuales, hay poco margen para que las ganancias sigan aumentando de forma sostenida. Por el contrario, la renta fija representa una oportunidad atractiva tanto a corto como a largo plazo. Estas son nuestras perspectivas de inversión:
- La renta fija está mejor posicionada: La renta fija está bien posicionada para desempeñar un papel crucial en las carteras en 2025. Creemos que los rendimientos de los bonos resultan atractivos en un momento en el que las valoraciones de la renta variable y los diferenciales de crédito no lo son, por lo que la renta fija de alta calidad parte de un punto más favorable. A diferencia del efectivo, la renta fija se beneficiará de la revalorización del capital a medida que bajen los tipos de interés oficiales, lo que refuerza su función como elemento de diversificación que aporta estabilidad a la exposición a renta variable en una cartera.
- El valor relativo nos sirve de guía: Explorar inversiones en diversos mercados nos aporta una perspectiva más amplia. Los elevados déficits de EE. UU. y unas trayectorias económicas mundiales divergentes mejoran las oportunidades de diversificación global, ya de por sí atractivas. Además, descubrir fuentes de rentabilidad innovadoras y estructurales puede reducir la dependencia de las apuestas direccionales relacionadas con el crecimiento económico o los tipos de interés.
En este contexto, vemos oportunidades prometedoras en renta fija de EE. UU. y otros países desarrollados, sobre todo Reino Unido y Australia, así como en determinados mercados emergentes. También nos gustan los bonos de titulización hipotecaria de agencias y las inversiones basadas en activos frente a otros sectores del crédito, tanto en mercados públicos como privados.
Perspectivas económicas: La incertidumbre es la única certeza
En nuestras Perspectivas cíclicas de octubre de 2024, tituladas "Asegurar el aterrizaje suave", afirmábamos que la economía estadounidense, al igual que otras, podría lograr un aterrizaje suave en el que el crecimiento y la inflación se moderasen sin llegar a caer en recesión. También anticipamos que la inflación de mercados desarrollados iba camino de regresar a los niveles objetivo en 2025, y predijimos riesgos ligados a las elecciones estadounidenses y unos niveles de deuda soberana persistentemente altos.
A grandes rasgos, ese pronóstico sigue siendo válido. Prevemos que el crecimiento real del PIB mundial se frenará ligeramente. Es probable que los límites a la inmigración y unos aranceles más altos moderen el crecimiento de EE. UU., pese a que la economía se mantiene, por lo demás, robusta. Entretanto, el mediocre comportamiento económico de Europa la mantiene rezagada.
Las perspectivas económicas de China siguen siendo precarias, con riesgos de sesgo bajista para el crecimiento y la inflación debido al tibio respaldo fiscal, al proceso de desapalancamiento que experimenta el sector inmobiliario y que ha contribuido a una demanda de crédito anémica por parte del sector privado, a los altos tipos de interés reales y al exceso de capacidad manufacturera. Pese a la prolongada recesión inmobiliaria, China mantuvo un objetivo de crecimiento del 5% en 2024, apoyado por el aumento de la fabricación, especialmente en semiconductores y tecnología, junto con la inversión en infraestructuras y el crecimiento de las exportaciones.
No obstante, este modelo de crecimiento se tambalea ante las crecientes tensiones comerciales, la debilidad del consumo y una disminución a largo plazo del crecimiento de la población y la productividad. Es probable que el gobierno central reduzca el objetivo de crecimiento hasta el 4,5% en 2025 y, también, que la inflación subyacente continúe siendo moderada. Esta expectativa ya tiene en cuenta que será necesario un paquete de estímulos de aproximadamente 1,5 billones de yuanes (entre el 1% y el 1,5% del PIB de China) para animar el consumo en los próximos 12 meses.
En cuanto a la inflación de mercados desarrollados, mantenemos nuestra previsión de que continuará acercándose gradualmente a los objetivos de los bancos centrales, aunque el aumento de los aranceles estadounidenses podría retrasar este proceso. La relajación de los mercados laborales y una inflación más baja deberían facilitar que los bancos centrales de mercados desarrollados continúen rebajando los tipos de interés. Esperamos que recorten sus tipos entre 50 y 150 puntos básicos (p. b.) en 2025, según la región.
El Banco de Japón (BOJ) sigue siendo la excepción. Prevemos que el BOJ subirá sus tipos de interés en 50 p. b., ya que unas expectativas de inflación más altas respaldan la inflación subyacente, pese a la volatilidad del yen.
Riesgos y posibles resultados
Las elecciones estadounidenses han ampliado el abanico de posibles resultados económicos. Nuestro escenario principal es que la economía de EE. UU. podrá gestionar el aumento de los aranceles a China y otros socios comerciales, mientras que las políticas fiscales, de gasto y comerciales no modificarán el déficit presupuestario neto de EE. UU., que se mantendrá en torno al 6%–7% en 2025 y 2026, un resultado con implicaciones económicas más limitadas.
Sin embargo, existe el riesgo de que el nuevo gobierno aplique cambios de política más agresivos (ver el gráfico 1) para intentar resolver los persistentes déficits comerciales y fiscales, políticas que, en su opinión, respaldarán un crecimiento más sostenible y equitativo de EE. UU. con el tiempo. Lograr cambios significativos en los desequilibrios comerciales mundiales requeriría alterar los patrones mundiales de ahorro e inversión y reducir la participación del consumo en el PIB de EE. UU. y la participación de la manufactura en otros países (por ejemplo, China).
A falta de que China u otros países con superávit comercial recorten los subsidios implícitos a la manufactura y estimulen el consumo, EE. UU. podría intentar aplicar políticas comerciales intervencionistas (por ejemplo, un sistema de aranceles universales o impuestos a la inversión extranjera directa) para forzar estos cambios. Sin embargo, distribuir la carga del estatus de reserva mundial de EE. UU. haciendo que sea más caro mantener activos estadounidenses probablemente elevaría el coste de capital y, en ausencia de una reducción más agresiva del déficit fiscal, aumentaría los costes de financiación del gobierno de EE. UU.
Es probable que aplicar este tipo de medidas agresivas a corto plazo para revertir las tendencias de largo plazo provocase perturbaciones económicas, volatilidad a corto plazo en el mercado de divisas y un peor comportamiento relativo de las bolsas estadounidenses, incluso aunque se lograse un crecimiento mundial más sólido y equilibrado a largo plazo. Por lo tanto, la tolerancia del presidente electo Donald Trump a la volatilidad del mercado de renta variable estadounidense resulta clave para las perspectivas.
Los cambios de política propuestos amplifican tanto los riesgos alcistas como bajistas para el crecimiento de EE. UU., sobre todo porque no se conocen los detalles exactos de la combinación, el calendario y el alcance de esas políticas. No obstante, creemos que, en conjunto, los posibles resultados de las políticas elevan los riesgos para la inflación estadounidense a corto plazo, al tiempo que plantean mayores riesgos bajistas para el crecimiento de otros países, en particular de aquellos muy expuestos al comercio mundial que mantienen persistentes superávits comerciales con EE. UU.
Por ejemplo, cualquier recorte del gasto público estadounidense mayor de lo esperado, acciones comerciales agresivas o la deportación de inmigrantes podría plantear riesgos cíclicos a la baja tanto para el crecimiento estadounidense como para el crecimiento mundial. Por el contrario, más bajadas de impuestos y una mayor desregulación podrían mejorar las perspectivas de crecimiento de EE. UU., lo que a su vez podría respaldar la confianza de consumidores y empresas y el comportamiento de los activos de riesgo. Poner el énfasis en un comercio mundial más justo, mercados más eficientes y la sostenibilidad de la deuda estadounidense podría ayudar a mantener las mejoras del nivel de vida en EE. UU. Una reforma migratoria bien pensada que amplíe la fuerza laboral productiva, simplificar la regulación para fomentar la inversión y abrir mercados de exportación para los proyectos estadounidenses también podrían generar beneficios para las empresas y los trabajadores del país.
A muy corto plazo, la mayor incertidumbre en relación con la política comercial podría lastrar la producción industrial, la inversión y el comercio mundiales, independientemente de los resultados reales de las políticas. Aunque estas políticas aislacionistas y favorables al crecimiento de EE. UU. ofrecen riesgos mixtos para ese crecimiento, en general es más probable que sean inflacionarias, especialmente porque se estima que la economía estadounidense ya está operando a pleno potencial, o casi.
La Reserva Federal (Fed) ha tomado nota de estos riesgos cambiantes. En diciembre, cuando recortó el tipo de interés oficial en 25 puntos básicos, la Fed revisó sus proyecciones para indicar que prevé menos rebajas de tipos en 2025, dada la mayor incertidumbre sobre la futura trayectoria de la inflación. El presidente de la Fed, Jerome Powell, explicó que algunos funcionarios habían tenido en cuenta las posibles políticas de la administración Trump en la revisión de sus proyecciones.
Aunque la sabiduría convencional sugiere que los bancos centrales deberían obviar los ajustes puntuales de los niveles de precios, como los que podría provocar el aumento de los aranceles, cualquier arancel que venga acompañado de políticas orientadas a fomentar el crecimiento de EE. UU. podría generar presiones inflacionarias más persistentes. En varios escenarios, los miembros de la Fed podrían seguir preocupados por los efectos colaterales del aumento de las expectativas de inflación y el fuerte crecimiento de los salarios. Como resultado, podrían reaccionar rebajando los tipos de interés menos de lo previsto, al menos al principio.
Por lo tanto, después de recortar en 100 puntos básicos los tipos de interés oficiales en 2024, el calendario de las próximas bajadas de tipos de la Fed se ha vuelto más incierto, lo que sugiere que en 2025 el enfoque será más gradual y fundamentado en los datos. El mercado de futuros lleva varios meses reflejando esta incertidumbre (ver el gráfico 2). A pesar de que la Fed recortó su tipo de interés oficial en 100 p. b. durante este periodo, los precios del mercado han eliminado la expectativa de que los rebaje otros 100 p. b. en el próximo año.
Es probable que las perspectivas a largo plazo de la deuda pública estadounidense continúen generando preocupación. No obstante, el déficit podría experimentar cierta mejora gradual si se revirtiesen determinadas políticas de la administración Biden –como los créditos a la inversión en energías renovables y otros elementos de la Inflation Reduction Act (IRA) de 2022– y se recortase el programa Medicaid. El aumento de los aranceles también podría ayudar a reducir el déficit, al potenciar la recaudación pública.
Aun así, será difícil que el déficit registre una mejora significativa, puesto que se espera que se prorrogue la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos de 2017 –aprobada durante el primer mandato de Trump– y que se aprueben algunas rebajas fiscales adicionales que, por ejemplo, eleven los límites de deducción de los impuestos estatales y locales (SALT, por sus siglas en inglés). Aunque el gasto se podría reducir en cierta medida con políticas orientadas a mejorar la eficiencia del gobierno y reducir el despilfarro, cualquier recorte a mayor escala, incluida cualquier reforma de los programas de Seguridad Social y Medicare, requerirá una ley del Congreso y probablemente será difícil de aprobar, dada la estrecha mayoría republicana, sobre todo en la Cámara de Representantes.
Implicaciones para la inversión: La renta fija está mejor posicionada
Los mercados financieros parecen descontar unas expectativas muy positivas –como refleja la fortaleza que han mostrado los mercados de renta variable de EE. UU. y otros países en los últimos meses– en un momento de elevada incertidumbre geopolítica. Unas valoraciones bursátiles y un déficit estadounidense históricamente altos, junto con la posible escalada de las tensiones comerciales, plantean dudas sobre la sostenibilidad de las ganancias en renta variable. Los riesgos parecen tender a la baja, con poco margen de seguridad. Este entorno nos proporciona argumentos convincentes para adoptar una postura algo más prudente.
En nuestra opinión, los rendimientos de los bonos resultan cada vez más atractivos en comparación con las valoraciones de la renta variable y los diferenciales de crédito. A 10 de enero de 2025, los rendimientos de partida de la renta fija de alta calidad, que están muy correlacionados con las rentabilidades a cinco años, son del 5,10% según el índice Bloomberg US Aggregate y del 4,91% según el índice Global Aggregate (cubierto en dólares estadounidenses). Mientras que, para que las ganancias en renta variable se prolonguen, las valoraciones tendrán que mantenerse muy por encima de lo normal a largo plazo, la renta fija solo necesita que se mantengan las tendencias históricas para generar rendimientos atractivos en línea con los rendimientos de partida.
Los rendimientos del mercado de renta fija podrían mejorar aún más por las ganancias de capital en escenarios macroeconómicos o de mercado adversos. Además, las tendencias históricas respaldan la función diversificadora y de cobertura de riesgo de la renta fija (ver el gráfico 3). Si analizamos los mercados de renta fija y renta variable desde 1973, en promedio, durante los periodos en los que la renta fija core de EE. UU. ha rendido un 5% o más y las ratios de beneficios de la renta variable estadounidense rondaban o superaban el 30, la renta fija ha generado rentabilidades a cinco años más altas y con una volatilidad potencialmente más baja.
Tipos y curva
Los mercados están descontando unos tipos de interés terminales para los ciclos de relajación monetaria de los bancos centrales mundiales algo elevados en relación con nuestras perspectivas. Hay muchas posibilidades a corto plazo de que los bancos centrales de otros países bajen tipos en caso de que las políticas comerciales de EE. UU. se vuelvan más agresivas, debiliten el crecimiento mundial y lastren los precios de las materias primas (ver el gráfico 4). En EE. UU., y pese a que la elevada incertidumbre sobre las políticas podría llevar a la Fed a pausar su ciclo de bajadas durante más tiempo, los rendimientos de los bonos con vencimientos intermedios resultan atractivos en comparación con nuestro escenario de referencia para los tipos de interés reales neutrales, del 0%–1% a largo plazo.
Teniendo esto en cuenta, prevemos estar sobreponderados en duración, un indicador del riesgo de tipos de interés, especialmente tras el reciente aumento de los rendimientos.
En nuestro horizonte a más largo plazo, seguimos anticipando que las curvas de tipos ganarán inclinación gradualmente, impulsadas por la relajación de las políticas monetarias y la continuación del reciente aumento de la prima de plazo por la preocupación que genera el elevado nivel de la deuda soberana (más información en nuestras Perspectivas de PIMCO de diciembre, tituladas "Reflexiones de los bond vigilantes"). Sin embargo, vemos margen para un cierto aplanamiento cíclico en EE. UU., dada la posibilidad de que la Fed ralentice el ritmo de las bajadas de tipos ante el repunte de las presiones inflacionarias a corto plazo y la mejora marginal del déficit.
Teniendo en cuenta estas perspectivas cíclicas y estructurales, estamos infraponderados en el tramo a 30 años de la curva de tipos de EE. UU. y sobreponderados en el tramo de cinco a 10 años. Además, seguimos pensando que los títulos del Tesoro estadounidense ligados a la inflación (TIPS) ofrecen protección frente al riesgo de inflación a un precio razonable.
Perspectivas del crédito
Los diferenciales del crédito corporativo rozan mínimos históricos. Aunque creemos que el crédito corporativo continuará comportándose bien en nuestro escenario principal, el abanico de posibles resultados parece mostrar un sesgo hacia una ampliación de los diferenciales vs. un nuevo estrechamiento, considerando el conjunto de riesgos globales. En general, nos decantamos por los títulos de mayor calidad y por mantener liquidez.
Seguimos prefiriendo los productos estructurados, el índice de swaps de riesgo de crédito (CDX) con grado de inversión y el crédito grado de inversión de alta calidad frente a las inversiones de menor calidad. Teniendo en cuenta que las condiciones de crédito son, en general, restrictivas, estamos cambiando nuestro enfoque de asignaciones globales por ponderación de mercado a diferenciales de alta calidad en áreas de más difícil acceso. Los bonos de titulización hipotecaria (MBS) de agencias estadounidenses siguen siendo una alternativa atractiva al crédito corporativo, de alta calidad y más líquida.
En crédito privado, seguimos prefiriendo los préstamos basados en activos, sobre todo los activos vinculados a hipotecas residenciales y consumo de mayor calidad de mercados desarrollados. También vemos valor en muchas formas de riesgo no relacionadas con el consumo y ponemos el énfasis en sectores con factores de impulso estructurales, como la aviación y la infraestructura de datos. Mantenemos la prudencia con respecto a la deuda a tipo variable de menor calidad, especialmente en los mercados corporativos.
También hemos observado cierta tendencia hacia una ingeniería financiera más agresiva en algunas áreas del crédito corporativo, lo que está creando oportunidades para utilizar el análisis crediticio independiente con el fin de identificar posibles anomalías relacionadas con las percepciones sobre los fundamentales y las calificaciones de crédito.
Perspectivas globales
Aunque pensamos que la duración estadounidense resulta atractiva, los riesgos alcistas y bajistas están más equilibrados a consecuencia de las políticas comerciales, fiscales y regulatorias. En el resto del mundo, los riesgos tienden más a la baja. Este entorno favorece la diversificación global en los mercados de bonos, sobre todo en duración de alta calidad. Nos decantamos por Reino Unido y Australia en base a las valoraciones y los riesgos económicos en comparación con EE. UU. Los aranceles pueden reforzar aún más los argumentos a favor de la diversificación global, ya que muchas de las mayores perturbaciones probablemente tendrán lugar fuera de EE. UU.
Las posiciones en deuda local, deuda externa y divisas de mercados emergentes ofrecen un potencial de rentabilidad razonable y reducen la dependencia del crédito estadounidense, ya que estos mercados parecen descontar más riesgos bajistas que la renta variable o el crédito corporativo de EE. UU. Consideramos que las estrategias de carry de divisas representan una forma atractiva y relativamente líquida de generar ingresos a partir de las exposiciones a mercados emergentes, cuando se combinan con una gestión cuidadosa de la cesta de divisas para evitar una correlación excesiva con el dólar estadounidense. Por otro lado, dado que es probable que el dólar estadounidense se aprecie por el aumento de los aranceles, favorecemos las posiciones largas en dólares estadounidenses frente al euro, el dólar canadiense y el yuan chino, que pueden ofrecer un potencial de rentabilidad razonable en nuestro escenario principal y protección frente a resultados comerciales más adversos.
Sesgos estructurales y gestión activa
A medida que los mercados más accesibles se encarecen, los inversores sofisticados pueden capturar valor a través de estrategias más estructurales. El concepto de alfa estructural implica identificar ineficiencias estructurales repetibles en los mercados (por ejemplo, decisiones tomadas por inversores no económicos como los bancos centrales) y crear una cartera diversificada de estas ineficiencias, reduciendo la dependencia en una visión macro direccional.
Un ejemplo de ineficiencia estructural es el sesgo del país de origen, por el que los inversores se sienten más cómodos invirtiendo en su propio país. En nuestra opinión, esto representa una oportunidad creciente, ya que los mercados de capitales continúan expandiéndose fuera de EE. UU.
Otro ejemplo es el auge de los fondos cotizados (ETF) pasivos. El hecho de que los ETF estén obligados a publicar diariamente sus datos ha creado una ventaja de información para los gestores activos, que pueden seguir las tendencias de negociación en áreas de mercado menos líquidas. Además, a medida que los ETF ganan popularidad en sectores como el crédito corporativo, permiten realizar operaciones más grandes. En los últimos años, los índices sintéticos de instrumentos de crédito diversificado se han vuelto más líquidos que los bonos subyacentes y, a menudo, los han superado gracias a factores técnicos, creando nuevas oportunidades para mejorar los rendimientos.
Conclusiones
Las favorables condiciones económicas mundiales, las características de preservación del capital de la renta fija y las potenciales ganancias de capital convierten a la renta fija en un elemento crucial para las carteras en 2025 y una fuente de diversificación con la que complementar la exposición a activos de mayor riesgo. La volatilidad a corto plazo presenta oportunidades para los gestores de renta fija que siguen un enfoque activo, mientras que los rendimientos actuales y las tendencias históricas de valoración sugieren rentabilidades más predecibles a largo plazo que, probablemente, resultarán atractivas en comparación con el efectivo y la renta variable.
Sobre nuestros foros
PIMCO es una firma líder mundial en renta fija activa que atesora una vasta experiencia en los mercados públicos y privados. Nuestro proceso de inversión se fundamenta en nuestros Foros Cíclicos y Seculares. Nuestros profesionales de la inversión, repartidos por todo el mundo, se reúnen cuatro veces al año para debatir y analizar la situación de los mercados y la economía mundial e identificar las tendencias que, en nuestra opinión, tendrán repercusiones importantes para la inversión. En estas discusiones de amplio alcance, aplicamos prácticas de ciencias del comportamiento con el objetivo de maximizar el intercambio de ideas, cuestionar nuestras tesis, contrarrestar los sesgos cognitivos y generar análisis inclusivos.
En el Foro Secular, que se celebra con una periodicidad anual, examinamos las perspectivas para los próximos tres a cinco años, lo que nos permite posicionar las carteras de los clientes en previsión de los cambios y las tendencias estructurales de la economía mundial. Creemos que la diversidad de ideas mejora los resultados de inversión y por eso invitamos a distinguidos ponentes –nobeles de Economía, políticos, inversores e historiadores– que aportan una valiosa perspectiva multidimensional a nuestros debates. También fomentamos la participación activa del Consejo Asesor Mundial de PIMCO, un equipo compuesto de expertos en asuntos económicos y políticos de renombre mundial.
En los foros cíclicos, que se celebran tres veces al año, nos centramos en las perspectivas para los próximos seis a doce meses y analizamos la dinámica del ciclo económico en los principales mercados desarrollados y emergentes. Nuestro propósito es detectar cambios potenciales en las políticas monetarias y fiscales, las primas de riesgo y las valoraciones relativas que determinan el posicionamiento de nuestras carteras.
Autores
Avisos Legales
La rentabilidad pasada no es garantía ni indicador fiable de resultados futuros.
Todas las inversiones conllevan un riesgo y pueden perder valor. La inversión en los mercados de renta fija conlleva riesgos, entre los que se incluyen los riesgos de mercado, de tipos de interés, de emisor, de crédito, de inflación y de liquidez. El valor de la mayoría de los instrumentos y las estrategias de renta fija se ve afectado por las variaciones de los tipos de interés. Los bonos y las estrategias de renta fija de duración más elevada tienden a ser más sensibles y volátiles que los valores con duraciones más cortas; el precio de los bonos baja, por lo general, cuando los tipos de interés suben, y los entornos de tipos de interés bajos incrementan este riesgo. La menor capacidad de las contrapartes de los bonos para satisfacer sus compromisos podría contribuir a reducir la liquidez del mercado e incrementar la volatilidad de los precios. En el momento del reembolso, las inversiones en renta fija pueden tener un valor superior o inferior a su coste inicial. Los bonos ligados a la inflación (ILB) emitidos por un gobierno son títulos de renta fija cuyo principal se reajusta de forma periódica en función de la tasa de inflación; los ILB pierden valor cuando los tipos de interés reales aumentan. Los valores del Tesoro protegidos contra la inflación (Treasury Inflation-Protected Securities, TIPS) son ILB emitidos por el Gobierno de Estados Unidos. Los bonos de titulización hipotecaria y los bonos de titulización de activos pueden ser sensibles a las variaciones de los tipos de interés y estar sujetos al riesgo de reembolso anticipado. Aunque en su mayoría están respaldados por algún tipo de aval público (gobiernos u organismos gubernamentales) o privado, no existe garantía de que los avalistas cumplan sus obligaciones. Las referencias a los bonos de titulización hipotecaria, tanto emitidos como no emitidos por agencias, se refieren a las hipotecas emitidas en Estados Unidos. Los productos estructurados, como las obligaciones garantizadas por deuda (CDO), el seguro de cartera de proporción constante (CPPI) y las obligaciones de deuda de proporción constante (CPDO) son instrumentos complejos que suelen conllevar un alto grado de riesgo y que se dirigen únicamente a inversores cualificados. El uso de estos instrumentos puede implicar la inversión en derivados, que podrían generar pérdidas superiores al importe invertido. El valor de mercado también puede verse afectado por cambios en el entorno económico, financiero y político (incluidos, entre otros, los tipos de interés y de cambio al contado y a plazo), el vencimiento, el mercado y la calidad crediticia de los emisores. El crédito privado implica una inversión en títulos no cotizados en bolsa que están sujetos al riesgo de iliquidez. Las carteras que invierten en crédito privado pueden estar apalancadas y adoptar prácticas de inversión especulativas que aumentan el riesgo de pérdida de inversión. La inversión en valores denominados en moneda extranjera y/o domiciliados en el extranjero puede comportar un mayor riesgo debido a las fluctuaciones cambiarias, así como a los riesgos económicos y políticos, que podrían acentuarse en los mercados emergentes. Los tipos de cambio pueden fluctuar significativamente durante periodos breves de tiempo, lo que puede reducir la rentabilidad de una cartera. El valor de las acciones puede descender debido a las condiciones, tanto reales como supuestas, del mercado general, la economía y los diferentes sectores. El riesgo de gestión es el riesgo de que las técnicas de inversión y los análisis de riesgo aplicados por el gestor de inversiones no produzcan los resultados deseados y que determinadas políticas o eventos puedan afectar las técnicas de inversión disponibles para el gestor en relación con la gestión de la estrategia. La calidad crediticia de un título concreto o de un conjunto de títulos no garantiza la estabilidad ni la protección de la cartera en su conjunto. La diversificación no garantiza la protección frente a una posible pérdida.
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