Correlaciones negativas, exposiciones positivas
Resumen
- Ahora que los principales bancos centrales han empezado a bajar sus tipos de interés, tanto los mercados de renta fija como los de renta variable están posicionados para beneficiarse de este entorno. En nuestras carteras multiactivos, preferimos la renta variable estadounidense, así como la renta fija core de alta calidad, donde los rendimientos de partida actuales ofrecen un atractivo potencial de rentabilidad, diversificación y mitigación de las caídas.
- La correlación negativa que vuelven a presentar bonos y acciones permite adoptar posiciones complementarias y más diversificadas en todas las clases de activos. Las carteras multiactivos pueden estar mejor posicionadas para generar rentabilidades atractivas con una volatilidad limitada.
- Las técnicas cuantitativas que combinan métricas tradicionales, análisis avanzados y evaluación de riesgos pueden ayudar a homogeneizar las rentabilidades de una asignación a renta variable y desempeñan un papel fundamental para invertir con disciplina durante los diferentes ciclos de mercado.
Si el tema que ha dominado la asignación de activos desde principios de 2023 ha sido que la renta fija ha vuelto, un tema incipiente en la actualidad es la correlación: en concreto, la relación negativa entre las acciones y los bonos ha resurgido a medida que la inflación y el crecimiento económico se han ido moderando.
Esta es una gran noticia para los inversores en multiactivos, ya que significa que pueden aumentar y ampliar su asignación a activos de riesgo, para obtener rentabilidades potencialmente más altas, añadiendo poca o ninguna volatilidad adicional a la cartera. La renta variable y la renta fija pueden complementarse en la construcción de carteras y, en nuestro escenario principal, es probable que ambas se beneficien de un aterrizaje suave y de bajadas de tipos continuadas por parte de los bancos centrales.
Por este motivo, las carteras multiactivos de PIMCO se centran tanto en renta variable, con una ligera sobreponderación en EE. UU., como en renta fija, especialmente en bonos core de alta calidad, que creemos que ofrecen un destacado potencial de rentabilidad ajustada al riesgo. Las inversiones estratégicas en opciones y activos reales pueden ayudar a gestionar los riesgos, mientras que las operaciones sistemáticas de renta variable pueden mejorar las rentabilidades y ayudar a mitigar los riesgos.
Por otra parte, los inversores están sopesando el impacto potencial de la política estadounidense durante el segundo mandato de Trump y con un Congreso dominado por los republicanos, si bien por un estrecho margen. Los mercados de renta fija habían anticipado en gran medida la victoria de Trump y, dado el entorno económico actual, prevemos que los rendimientos de los bonos se mantendrán en un rango atractivo durante la transición hacia un nuevo liderazgo en Washington. En renta variable, los inversores deberían considerar empresas estadounidenses que no dependan en gran medida de las importaciones (dada la posibilidad de que aumenten los aranceles), así como aquellas que puedan verse impulsadas por la desregulación y unas políticas fiscales más favorables. Por último, una asignación a bonos ligados a la inflación u otros activos reales podría ayudar a protegerse frente al riesgo potencial de que aumenten las presiones inflacionarias derivadas de la política fiscal o los aranceles.
En nuestra opinión, mantenerse invertidos en posiciones core de alta convicción en el marco de una cartera equilibrada puede ayudar a los inversores a alcanzar los objetivos deseados y a sortear con éxito las situaciones inesperadas que puedan darse.
Los mercados de renta variable durante los ciclos de bajadas de tipos
Si bien este ciclo económico ha experimentado sorpresas relacionadas con la pandemia, la inflación ha dejado de ser una de las principales preocupaciones. Aunque la trayectoria exacta de la política monetaria puede variar, tanto la Reserva Federal como la mayoría de los principales bancos centrales han indicado claramente que se proponen devolver los tipos de interés a niveles neutrales. (Más información en nuestras últimas Perspectivas cíclicas, tituladas “Asegurar el aterrizaje suave”).
¿Cómo afectan las bajadas de tipos a las acciones? Los principios básicos de la valoración de activos nos enseñan que, en igualdad de condiciones, unos tipos de interés oficiales más bajos (como proxies de los tipos “libres de riesgo”) impulsan al alza los precios de las acciones. Sin embargo, rara vez las condiciones son iguales, y nuestro análisis histórico muestra que la actividad económica ha sido el principal motor de las rentabilidades de la renta variable durante los ciclos de bajadas de tipos. Si una economía cae en recesión, es posible que las rebajas de tipos no eviten por sí solas las pérdidas de los mercados de valores. Sin embargo, si la actividad económica es robusta, los recortes de tipos podrían impulsar las valoraciones de las acciones.
Obviamente, nada garantiza que estos patrones históricos se repitan, pero pueden servirnos de guía. En el gráfico 1, nos centramos en la rentabilidad del índice MSCI USA, una medida amplia de la renta variable de gran y mediana capitalización, seis meses antes y después de la primera bajada de tipos de la Fed en los ciclos de 1960 a 2020 (el más reciente antes del que comenzó este año). Este conjunto de datos abarca nueve aterrizajes suaves y 10 aterrizajes forzosos. En el aterrizaje suave mediano, la renta variable estadounidense avanzó con fuerza durante el primer recorte de la Fed, pero las rentabilidades se moderaron tres meses después de que comenzaran las rebajas de tipos. En el aterrizaje forzoso mediano, la renta variable estadounidense cayó tanto antes como después de la primera bajada, tocando fondo unos tres meses después de que comenzaran los recortes.
Tanto en los aterrizajes forzosos como en los suaves, la primera bajada de los tipos de interés tiende a impulsar las rentabilidades de la renta variable, al menos durante el primer mes, ya que las rebajas suelen reforzar la confianza y estimular la actividad económica real. Sin embargo, los mercados de renta variable no tardan en reflejar el entorno macroeconómico predominante.
El análisis del comportamiento histórico de los mercados de renta variable por factor y sector en los seis meses posteriores al primer recorte de tipos muestra que, en promedio, el growth superó al value, las empresas de gran capitalización superaron a las de pequeña capitalización, y la rentabilidad por dividendo y la calidad generaron rentabilidades positivas en general. Si examinamos los seis ciclos de bajadas de tipos acompañados de aterrizajes suaves que hemos vivido desde 1984, podemos observar que más adelante en el ciclo de bajadas (en torno a los 12 meses), las empresas de pequeña capitalización empiezan a superar a las de gran capitalización a medida que se acelera el crecimiento económico. Además, los sectores de tecnología, sanidad y consumo básico generaron rentabilidades superiores en general, mientras que energía, comunicación y finanzas se quedaron rezagados.
Cada ciclo es diferente, al igual que el entorno macroeconómico que lo acompaña. Sin embargo, el patrón histórico sugiere que, ahora mismo, una asignación a renta variable podría combinar eficazmente temas de crecimiento estructural con posiciones más defensivas y sensibles a tipos de interés, como los fondos de inversión inmobiliaria (REIT).
Los mercados de renta fija durante los ciclos de bajadas de tipos
El análisis histórico también muestra que la renta fija ha generado rentabilidades positivas durante los ciclos de bajadas de tipos de la Fed en una variedad de entornos macroeconómicos. Además, el análisis indica que los rendimientos de partida de la renta fija core de alta calidad están fuertemente correlacionados (r = 0,94) con las rentabilidades a cinco años.1 Por lo tanto, los atractivos rendimientos de partida actuales plantean unas perspectivas positivas para las inversiones en renta fija.
A medida que la Fed avanza con su ciclo de bajadas de tipos, los inversores en renta fija podrían beneficiarse de la apreciación del capital y obtener unas rentas más elevadas que las que proporcionan los fondos del mercado monetario. En las carteras multiactivos, los inversores conservadores pueden intentar generar mayores rentabilidades ajustadas al riesgo saliendo del efectivo y entrando en la curva, mientras que las carteras equilibradas pueden incrementar la exposición a la duración. Y, por supuesto, los bonos de alta calidad también pueden ayudar a mitigar las caídas en caso de un aterrizaje forzoso.
Dentro de la renta fija, las hipotecas y el crédito de alta calidad pueden mejorar los rendimientos y aportar diversificación. En concreto, los bonos de titulización hipotecaria (MBS) de agencia presentan unas valoraciones atractivas, con diferenciales sobre los bonos del Tesoro de EE. UU. cerca de máximos históricos, lo que los convierte en una alternativa líquida al crédito corporativo.2 Históricamente, los MBS de agencia también han proporcionado protección bajista a las carteras: durante los periodos de recesión, han generado una rentabilidad adicional media a 12 meses de 0,91 puntos porcentuales frente los bonos del Tesoro estadounidense de duración comparable, versus -0,41 puntos porcentuales en el caso del crédito corporativo grado de inversión.3
Correlación negativa entre bonos y acciones: implicaciones para la cartera
La correlación entre bonos y acciones tiende a reducirse y, luego, volverse negativa a medida que la inflación y el crecimiento del PIB se moderan, como está ocurriendo actualmente en EE. UU. y en muchas otras grandes economías. El análisis de los datos mensuales de correlación entre bonos y acciones desde 1960, comparados con las tasas de inflación, muestra una tendencia clara: cuando la inflación alcanza el objetivo de los bancos centrales (en torno al 2%) o se sitúa cerca, como ha sido generalmente el caso en los mercados desarrollados desde la década de 1990, la correlación entre bonos y acciones ha sido negativa o muy levemente positiva.
En la práctica, una correlación baja o negativa significa que las dos clases de activos pueden complementarse en las carteras multiactivos, lo que permite a los inversores ampliar y diversificar sus exposiciones para alcanzar sus objetivos de rentabilidad.
Por ejemplo, los inversores con un presupuesto de riesgo específico pueden invertir en una gama más amplia y un mayor número de activos de riesgo sin exceder su nivel de tolerancia, mientras que los inversores con una asignación de activos predefinida pueden plantearse registrar una menor volatilidad, caídas más suaves y ratios de Sharpe (una medida de la rentabilidad ajustada al riesgo) más altos.
En general, las correlaciones negativas permiten crear combinaciones de activos que experimenten una volatilidad más baja que cualquier activo individual, sin renunciar a generar rentabilidades atractivas. Podemos observarlo en el ejercicio de frontera eficiente hipotética del gráfico 2: cuando la correlación entre bonos y acciones es negativa, hay regiones a lo largo de las partes de menor riesgo de la frontera que pueden permitir a los inversores crear combinaciones de activos que ofrezcan un perfil de rentabilidad potencial algo más alto, pese a la menor volatilidad esperada.
Además, una menor volatilidad de la beta de la cartera podría liberar espacio para ganar más exposición a estrategias de alfa, como la renta variable sistemática, un aspecto que trataremos más adelante.
Para los inversores en multiactivos con capacidad para apalancarse, la correlación negativa entre bonos y acciones podría permitir niveles nocionales totales aún más altos para un objetivo de riesgo determinado, siempre que las rentabilidades de la cartera superen los costes de endeudamiento. El valor del apalancamiento en una cartera diversificada tiende a ser mayor cuando las correlaciones son negativas.
Un análisis histórico de los escenarios extremos («de cola») de las rentabilidades negativas para una cartera multiactivos compuesta por un 60% de acciones y un 40% de bonos pone de manifiesto las características beneficiosas de una correlación negativa entre ambas clases de activos (gráfico 3). Los periodos con correlación positiva suelen tener resultados de cola izquierda (peores) más graves para las carteras multiactivos que los periodos con correlación negativa. Esto es así a pesar de que los bonos y las acciones han mostrado correlaciones muy negativas durante la mayoría de las recesiones, porque las caídas en renta variable se vieron parcialmente compensadas por las ganancias en renta fija.
Mitigar los riesgos
Si bien las carteras multiactivos gozan de un conjunto de oportunidades abundante, los elevados riesgos relacionados con las políticas públicas, la geopolítica y la política monetaria hacen recomendable que los inversores diseñen carteras capaces de resistir eventos de cola improbables, pero extremos. Aunque nos acercamos al final de uno de los años con más elecciones de la historia (por población votante), el posible impacto de las políticas en la inflación, el crecimiento y los tipos de interés sigue siendo incierto. Además, los conflictos armados en Oriente Próximo y Ucrania, y las tensiones geopolíticas latentes en otros lugares, podrían provocar turbulencias en los mercados.
Una correlación negativa entre bonos y acciones implica que las carteras pueden estar mejor posicionadas para sortear las recesiones, pero no puede prevenir y podría no ser capaz de mitigar todos los riesgos de eventos de cola. Sin embargo, los inversores disponen de otras estrategias, como la gestión del riesgo de cola. La protección activa frente a las caídas puede incluir el uso selectivo de opciones cuando la volatilidad tiene un precio razonable. En los últimos años, la disponibilidad de estrategias de venta de volatilidad, incluido el rápido crecimiento de los ETF de venta de opciones, ha ampliado la oferta de opciones de volatilidad, sobre todo en el tramo corto de la curva de tipos. Esta tendencia puede reducir el coste de la cobertura bajista en los momentos oportunos.
Por otra parte, creemos que es prudente cubrir las carteras multiactivos frente al riesgo de inflación. Aunque las políticas restrictivas de los bancos centrales han devuelto la inflación a los niveles objetivo, las perspectivas fiscales a largo plazo en EE. UU. prevén déficits persistentemente elevados, mientras que las sorpresas geopolíticas podrían provocar un aumento de los precios del petróleo o generar tensiones en las cadenas de suministro. La inflación también podría verse presionada al alza por las políticas comerciales, incluidos los aranceles, y la tendencia de desglobalización. Creemos que los bonos ligados a la inflación (ILB, por sus siglas en inglés) siguen ofreciendo cobertura a buen precio y un atractivo potencial de rentabilidad, ya que los rendimientos reales a largo plazo se encuentran ahora mismo cerca de sus niveles más altos en 15 años. Además, las tasas de inflación implícita (breakeven) a largo plazo descuentan unos niveles similares o inferiores al objetivo de la Fed, lo que refleja una prima de riesgo baja o nula, pese al fuerte repunte de la inflación vivido recientemente.
Foco en el alfa estructural: factores de renta variable
Con independencia del entorno de inversión, resulta útil dejar de lado el análisis de riesgos y oportunidades para evaluar el proceso de inversión propio. En PIMCO, además de nuestras perspectivas de inversión basadas en análisis macroeconómicos y bottom-up, utilizamos métodos cuantitativos para identificar ineficiencias del mercado en renta variable y centrarnos en el alfa estructural. Nuestro proceso enfatiza la diversificación, minimiza el riesgo de concentración y se propone superar los sesgos conductuales.
En primer lugar, investigamos y asignamos una puntuación compuesta a una acción en función de cuatro temas clave: momentum, crecimiento, calidad y valor. Mediante la integración de métricas tradicionales, como el crecimiento de los beneficios, con datos alternativos, como la información de las transcripciones de las presentaciones de resultados y las relaciones entre clientes y proveedores, nos proponemos identificar empresas con potencial de rentabilidad superior a largo plazo.
Después, las puntuaciones compuestas se combinan con las consideraciones de riesgo y los costes de transacción para construir una asignación muy diversificada que refleje nuestros niveles de convicción y respete diversas restricciones, como limitar el riesgo activo, la exposición a la beta del mercado y el riesgo de concentración a nivel de país, sector y empresa individual, lo que garantiza desviaciones modestas frente al mercado general.
Con un enfoque sistemático, una investigación rigurosa y herramientas analíticas avanzadas, que incluyen técnicas propias, nuestras estrategias están diseñadas para ofrecer un potencial de rentabilidad adicional consistente en diferentes condiciones de mercado.
Conclusiones
Los inversores pueden posicionar cuidadosamente sus carteras multiactivos para intentar beneficiarse de las tendencias del mercado, al tiempo que gestionan los riesgos en un entorno incierto. Tanto la renta fija como la renta variable podrían comportarse bien a medida que los bancos centrales continúen bajando tipos ante la perspectiva de un aterrizaje suave. La renta fija core de alta calidad podría estar posicionada particularmente bien.
Una correlación baja o negativa entre bonos y acciones facilita un posicionamiento complementario y más diversificado entre activos, especialmente para los inversores con capacidad para apalancarse. El robusto mercado de opciones puede ayudar a los inversores a cubrir los riesgos bajistas. Por último, usar técnicas cuantitativas y herramientas innovadoras puede ayudar a homogeneizar las rentabilidades y sentar las bases para una inversión disciplinada en todos los ciclos de mercado.
Los autores agradecen a Brendon Shvetz y Rico Fung su colaboración en este artículo.
2 La liquidez hace referencia a condiciones de mercado normales. ↩
3 Fuentes: Bloomberg, National Bureau of Economic Research (NBER) y cálculos de PIMCO. El rango de fechas es de octubre de 1998 a octubre de 2024; los períodos de recesión durante este rango proceden del NBER. Los MBS de agencia están representados por el índice Bloomberg US Fixed Rate MBS y las empresas con grado de inversión están representadas por el índice Bloomberg US Corporate. ↩
Autores
Avisos Legales
El tipo de interés «sin riesgo» equivale a la rentabilidad de una inversión teóricamente libre de cualquier riesgo. Por consiguiente, todo riesgo adicional asumido deberá compensarse con una rentabilidad suplementaria. Todas las inversiones conllevan un riesgo y pueden perder valor.
La rentabilidad pasada no es garantía ni indicador fiable de resultados futuros.
La inversión en el mercado de renta fija está sujeta a riesgos, incluidos el riesgo de mercado, de tipos de interés, de emisor, de crédito, de inflación y de liquidez. El valor de la mayoría de los instrumentos y las estrategias de renta fija se ve afectado por las variaciones de los tipos de interés. Los bonos y las estrategias de renta fija de duración más elevada tienden a ser más sensibles y volátiles que los títulos con duraciones más cortas; el precio de los bonos baja, por lo general, cuando los tipos de interés suben, y los entornos de tipos de interés bajos incrementan este riesgo. La menor capacidad de las contrapartes de los bonos para satisfacer sus compromisos podría contribuir a reducir la liquidez del mercado e incrementar la volatilidad de los precios. En el momento del reembolso, las inversiones en renta fija pueden tener un valor superior o inferior a su coste inicial. Los bonos ligados a la inflación (ILB) emitidos por un gobierno son títulos de renta fija cuyo principal se reajusta de forma periódica en función de la tasa de inflación; los ILB pierden valor cuando los tipos de interés reales aumentan. Los bonos de titulización hipotecaria (MBS) y los bonos de titulización de activos (ABS) pueden ser sensibles a las variaciones de los tipos de interés, puesto que están sujetos al riesgo de reembolso anticipado. Asimismo, su valor puede fluctuar en respuesta a la percepción que el mercado tenga de la solvencia del emisor. Aunque en su mayoría están respaldados por algún tipo de aval público o privado, no existe garantía de que los avalistas privados cumplan sus obligaciones. Las acciones pueden perder valor debido a las condiciones, tanto reales como supuestas, del mercado general, la economía y los diferentes sectores. Los fondos de inversión inmobiliaria (REIT) están sujetos a riesgos, como la generación de rentabilidades mediocres por parte del gestor, los cambios adversos en las leyes fiscales o la denegación del estatus «exento de impuestos» en el marco de la transferencia («pass-through») de los ingresos. Una opción es un tipo de derivado. Un derivado es un título cuyo precio depende o se deriva de uno o más activos subyacentes. El derivado en sí mismo no es más que un contrato entre dos o más partes. Los instrumentos derivados podrían conllevar determinados costes y riesgos, entre otros, los riesgos de liquidez, tipos de interés, mercado, crédito o gestión, así como el riesgo de que una posición no pueda cerrarse en las condiciones más ventajosas. Al invertir en instrumentos derivados se puede perder un importe mayor al invertido. Si una cartera emplea apalancamiento, es posible que, para satisfacer sus obligaciones o cumplir los requisitos de segregación, tenga que liquidar posiciones en un momento en que las condiciones no sean las más ventajosas. El apalancamiento de la cartera (por ejemplo, a través de préstamos) puede provocar el aumento de la volatilidad. La cobertura del riesgo de cola puede comportar la suscripción de derivados financieros cuyo valor se prevé que suba en caso de materializarse los eventos cubiertos. La inversión en un instrumento ligado a un evento de cola podría acarrear la pérdida de la totalidad o una parte de su valor incluso en un periodo de fuertes tensiones en el mercado. Un evento de cola es impredecible, por lo que toda inversión en instrumentos que guarda relación con la ocurrencia de dicho evento reviste una naturaleza especulativa. La diversificación no garantiza la protección frente a una posible pérdida.
Las declaraciones relativas a las tendencias de los mercados financieros o las estrategias de cartera se fundamentan en las condiciones actuales del mercado, que pueden fluctuar. No existe garantía de que estas estrategias de inversión funcionen bien en todo tipo de condiciones de mercado ni de que resulten adecuadas para todos los inversores, y cada inversor debe evaluar su capacidad para invertir a largo plazo, especialmente durante periodos bajistas del mercado. Los inversores deben consultar a un profesional de inversiones antes de tomar una decisión de inversión. Las perspectivas y las estrategias están sujetas a cambios sin previo aviso.
La calidad crediticia de un título concreto o de un conjunto de títulos no garantiza la estabilidad ni la protección de la cartera en su conjunto. Las calificaciones crediticias de las emisiones/emisores individuales constituyen una indicación de la solvencia de dichas emisiones/emisores y, con carácter general, oscilan entre AAA, Aaa o AAA (las más altas) y D, C o D (las más bajas), según se trate de calificaciones de S&P, Moody’s o Fitch, respectivamente.
Alfa es una medida de rentabilidad en términos ajustados al riesgo, que se calcula comparando la volatilidad (riesgo de precio) de una cartera y su rentabilidad ajustada al riesgo respecto de un índice de referencia; el exceso de rentabilidad en relación con el índice de referencia es el alfa. Beta es una medida de la sensibilidad del precio a los movimientos del mercado. La beta del mercado es 1.Correlación: una medida estadística de cómo dos tipos de títulos experimentan fluctuaciones que guardan relación entre sí. La correlación de los distintos índices o valores entre sí o respecto de la inflación se basa en los datos recabados durante un periodo determinado. Estas correlaciones pueden variar sustancialmente en el futuro o en periodos distintos, lo que puede generar mayor volatilidad. El Ratio de Sharpe mide la rentabilidad ajustada al riesgo. Se resta el tipo sin riesgo de la tasa de rentabilidad de una cartera y el resultado se divide por la desviación típica de las rentabilidades de la cartera.
Las ilustraciones hipotéticas tienen muchas limitaciones inherentes, algunas de las cuales se describen a continuación. No se garantiza que las cuentas logren o tengan posibilidades de alcanzar resultados similares a los indicados. De hecho, suelen darse diferencias importantes entre los resultados hipotéticos y los resultados reales de un programa de inversión en concreto. Una de las limitaciones de los resultados hipotéticos es que, generalmente, se elaboran a posteriori. Además, los escenarios hipotéticos no implican riesgo financiero, y ninguna ilustración hipotética puede explicar completamente el impacto del riesgo financiero en la negociación real. Por ejemplo, la capacidad de resistir pérdidas o de adherirse a un programa de inversión en particular, a pesar de las pérdidas, son cuestiones clave que también pueden afectar negativamente a los resultados reales de la inversión. Existen muchos otros factores relacionados con los mercados en general o con la aplicación del programa de inversión específico que no se pueden tener totalmente en cuenta al elaborar las ilustraciones hipotéticas y que, en conjunto, pueden tener consecuencias negativas en los resultados reales.
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El índice Bloomberg U.S. Aggregate representa los títulos registrados en la SEC, sujetos a impuestos y denominados en dólares. El índice abarca el mercado estadounidense de renta fija con calificación «investment grade» y está compuesto por títulos públicos y privados, títulos hipotecarios de tipo «pass-through» y bonos de titulización de activos. Estos sectores principales se dividen en índices más específicos que se calculan y se publican periódicamente. El índice Bloomberg U.S. Corporate abarca títulos denominados en dólares, de grado de inversión, a tipo de interés fijo y sujetos a impuestos vendidos por emisores industriales, de servicios públicos y financieros. El índice incluye bonos corporativos cotizados de EE. UU., así como pagarés garantizados y obligaciones extranjeras que satisfacen unos requisitos concretos de vencimiento, liquidez y calidad crediticia. Los títulos del índice se acumulan en los índices U.S. Credit y U.S. Aggregate. El índice U.S. Corporate se lanzó el 1 de enero de 1973. El índice Bloomberg U.S. MBS Fixed-Rate abarca los títulos respaldados por hipotecas de tipo pass-through y los pools de hipotecas ARM híbridas de Ginnie Mae (GNMA), Fannie Mae (FNMA) y Freddie Mac (FHLMC). El índice MBS se forma agrupando pools individuales de MBS a tipo fijo en agregados genéricos. El índice MSCI USA está diseñado para medir la rentabilidad de los segmentos de gran y mediana capitalización del mercado estadounidense. Compuesto por 593 valores, el índice abarca aproximadamente el 85% de la capitalización de mercado ajustada por flotación libre en EE. UU. El índice S&P 500 es un índice de mercado no gestionado que, en general, se considera representativo del mercado bursátil en su totalidad. El índice se concentra en el segmento de gran capitalización del mercado estadounidense de renta variable. No es posible invertir directamente en un índice no gestionado.
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